martes, 23 de noviembre de 2010

ARTÍCULO DE OPINIÓN

Medellín, Noviembre de 2010
Cristián Camilo Zapata Mesa

LA ANGUSTIA DE LA LIBERTAD DE PRENSA

Hay algo que admiro de los periodistas en Colombia. La valentía con que realizan periodismo en este país que busca callar a toda costa, las voces que denuncian, hechos que como profesionales y como seres humanos no pueden esconder, y por el contrario deben sacarlos a la luz pública, para que sea las misma sociedad colombiana la que juzgue para bien o para mal dichas realidades.

Expreso admiración, porque en el periodismo se debe buscar ofrecer información veraz e imparcial, sin ningún tipo de filtro que busque distorsionar hechos de interés para la sociedad; y así mismo expresar opiniones o pensamientos con responsabilidad social. Ese objeto de trabajo que tiene el periodismo en Colombia, tiene retos y riesgos que van desde ámbito económico, hasta la conservación de la vida del periodista.

Sin lugar a duda el medio de comunicación en este país, que decide expresar con libertad, opiniones acerca de temas tediosos como el narcotráfico, la guerra, la corrupción, entre otros; asume un riesgos, evidenciados en el asesinato del ex director del diario El Espectador Guillermo Cano Isaza, quien murió, tras un atentado frente a la sede del periódico, en 1986, por orden del narcotraficante Pablo Escobar.

La muerte de Cano Isaza es un claro atentado contra la libertad de prensa, y lo considero así, porque por el tiempo en que ocurrió su asesinato, El Espectador mantuvo una posición inamovible en contra del narcotráfico y sus diversos delitos, como es evidenciado en el artículo de opinión, escrito por Guillermo Cano el 6 de noviembre de 1983, titulado: “¿Dónde están que no los ven?”, en donde se denunciaba a Pablo Escobar y a su primo Gustavo Gaviria de la muerte violenta de dos agentes de seguridad al servicio de la República. En retaliación a denuncias como ésta, se han producido diversos atentados hacia medios y periodistas, que buscan acallar las pocas voces que se atreven aportar a la construcción de una sociedad libre.

Existe otra mirada, de donde es relevante que se mire la libertad de prensa. De acuerdo con el director del diario Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, la globalización económica es la protagonista desde hace 10 años en el contexto mundial, y los medios de comunicación no son ajenos a este fenómeno económico, por lo que en muchas ocasiones prima lo que se vende, y no lo que se debe publicar. Es el caso de muchos periodistas, quienes trabajan para particulares medios de comunicación, en donde se les restringen publicar u opinar acerca de determinados temas, porque el manual de estilo del medio no se los permite, y prefieren callar, para evitar problemas de índole económico para el medio y para el mismo periodista, pues les puede costar el empleo.

La libertad de prensa no puede ser sinónimo de libertad de expresión en Colombia, porque los pocos que se atreven a ejercer este derecho, deben arriesgar sus vidas, y exponerse a diversas censuras, determinándose una contradicción por parte del estado colombiano, quien cita en el artículo 20 de la constitución política de 1991: “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura” Y en el artículo 73: “La actividad periodística gozará de protección para garantizar su libertad e independencia profesional”. Garantías que no han cobijado homicidios como el de Cano Isaza, porque es un crimen que aún sigue en la impunidad, y garantías que no logran proteger a aquellos periodistas que se atreven a denunciar en este país.

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